La Historia de la Cinta Rosada
Un hombre atractivo, de mediana edad, entró en un café y se sentó.
Antes de pedir, no pudo evitar darse cuenta que un grupo
de hombres más jóvenes, que bebían en una mesa cercana a la suya,
se reía de él. No fue hasta recordar que llevaba una
pequeña cinta rosada en la solapa de su chaqueta que se percató
de qué se trataba la broma. El hombre no le dio mayor importancia,
pero la insistencia de las risas vecinas comenzaron a molestarle.
Miró a uno de los hombres directamente a los ojos,
se llevó el dedo a la solapa y apuntó a la cinta:
"¿Esto?" Con ese gesto todos los hombres en esa mesa
se rieron abiertamente.
El hombre al cual dirigió la mirada le dijo:
"Disculpa, amigo, pero estábamos comentando lo lindo que te ves
con esa cintita rosada en tu chaqueta azul".
Con toda calma, el hombre hizo un gesto de invitación
al bromista para que se acercara y se sentara en su mesa.
Aunque se sentía bastante incómodo, el hombre más joven
se acercó y se sentó. El hombre mayor, con voz muy calmada
le dijo:
- "Llevo esta cinta para llamar la atención sobre el Cáncer Mamario”.
La llevo en honor a mi madre". -
"Lo siento, amigo. ¿Murió ella de cáncer mamario?".
"No. Ella está sana y bien. Pero sus pechos me alimentaron cuando
era un bebé y fueron albergue cuando tuve miedo o
me sentí solo en mi niñez.
Estoy muy agradecido por los pechos de mi madre
y por su salud". "Entiendo", respondió el otro, no muy convencido.
"También llevo esta cinta para honrar a mi esposa",
continuó diciendo el hombre."Y ella ¿también está bien?"
"Claro que sí. Sus pechos han sido fuente de amor, para ambos.
Con ellos alimentó a nuestra bella hija de 23 años.
Estoy agradecido por los pechos de mi mujer y por su salud". "Ya veo.
Y supongo que también lleva la cinta para honrar a su hija".
"No. Es muy tarde para eso.
Mi hija murió de cáncer mamario hace un mes.
Ella pensó que era demasiado joven para tener cáncer,
por lo que cuando accidentalmente notó una
pequeña protuberancia, la ignoró.
Ella pensó que como no le causaba molestia o dolor,
no había de qué preocuparse".
Conmovido y avergonzado, el extraño dijo: "Lo siento, señor."
"Por lo tanto, también en memoria de mi hija,
llevo esta pequeña cinta con orgullo.
Eso me da la oportunidad para hablar con otros.
Cuando vuelvas a casa habla con tu esposa,
tus hijas, tu madre, tus hermanas, tus amigas.
Aquí tienes...", el hombre buscó en su bolsillo
y le entregó al otro una pequeña cinta rosada.
Éste la tomó, la miró, lentamente levantó la cabeza y le dijo:
"¿Podría ayudarme a ponerla?"
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regulares y controles médicos periódicos.
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