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General: LECTURAS DEL DOMINGO
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: MachiV  (Mensaje original) Enviado: 04/11/2018 21:07
Domingo, 4 De Noviembre 

2018

Trigésimo primero Domingo del tiempo ordinario 
Calendario ordinario

San Carlos Borromeo - San Pierio de Alejandría -


Deuteronomio 6,2-6.

A fin de que temas al Señor, tu Dios, observando constantemente todos los preceptos y mandamientos que yo te prescribo, y así tengas una larga vida, lo mismo que tu hijo y tu nieto. 
Por eso, escucha, Israel, y empéñate en cumplirlos. Así gozarás de bienestar y llegarás a ser muy numeroso en la tierra que mana leche y miel, como el Señor, tu Dios, te lo ha prometido. 
Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. 
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 
Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy.

Salmo 18(17),2-3a.3bc-4.47.51ab.

Yo te amo, Señor, mi fuerza, 
Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador. 
Mi Dios, el peñasco en que me refugio, 
mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte. 

Invoqué al Señor, que es digno de alabanza 
y quedé a salvo de mis enemigos. 
¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca! 
¡Glorificado sea el Dios de mi salvación ! 

El concede grandes victorias a su rey 
y trata con fidelidad a su Ungido

Carta a los Hebreos 7,23-28.

Los otros sacerdotes tuvieron que ser muchos, porque la muerte les impedía permanecer; 
pero Jesús, como permanece para siempre, posee un sacerdocio inmutable. 
De ahí que él puede salvar en forma definitiva a los que se acercan a Dios por su intermedio, ya que vive eternamente para interceder por ellos. 
El es el Sumo Sacerdote que necesitábamos: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y elevado por encima del cielo. 
El no tiene necesidad, como los otros sumos sacerdotes, de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados, y después por los del pueblo. Esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. 
La Ley, en efecto, establece como sumos sacerdotes a hombres débiles; en cambio, la palabra del juramento -que es posterior a la Ley- establece a un Hijo que llegó a ser perfecto para siempre.

Evangelio según San Marcos 12,28b-34.

Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?». 
Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; 
y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. 
El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". 
El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, 
y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". 
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

 




San Francisco de Sales (1567-1622) 
obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia 
Tratado sobre el amor de Dios, 10, 11

Así como Dios «creó al hombre a su imagen y semejanza» (Gn 1, 26), así también ha ordenado un amor para el hombre a imagen y semejanza del amor que se debe a su divinidad: «amarás, dice, al Señor tu Dios con todo tu corazón; es el primero y el más grande de los mandamientos. Ahora bien, el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» ¿Por qué amamos a Dios? «La causa por la cual amamos a Dios», dice San Bernardo, «es Dios mismo», como si dijera que amamos a Dios porque él es la soberanísima e infinita bondad. ¿Por qué nos amamos a nosotros mismos con caridad? Ciertamente, porque somos «imagen y semejanza de Dios». Y puesto que todos los hombres tienen esta misma dignidad, les amamos también como a nosotros mismos, es decir, en calidad de santísimas y vivientes imágenes de la divinidad.

Es en esta calidad que Dios no tiene ninguna dificultad en que llamarse nuestro Padre ni en llamarnos sus hijos; es en esta calidad que somos capaces de estar unidos a su divina esencia por el gozo de su soberana bondad y felicidad; es en esta calidad que recibimos su gracia y que nuestros espíritus están asociados al santísimo espíritu suyo, «hechos partícipes de su naturaleza divina» (2P 1,4)... Es entonces así que la misma caridad que produce los actos del amor a Dios produce, igualmente, los del amor al prójimo. Así como Jacob vio que la misma escalera tocaba el cielo y la tierra, sirviendo a los ángeles tanto para bajar como para subir (Gn 28,12), sabemos también que un mismo amor sale de nosotros para amar a Dios y al prójimo.

A.N.

 

COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,

 

 

      

  
 

 

 

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: karmyna Enviado: 05/11/2018 02:01
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Palabra del Señor.       Gloria a ti, Señor Jesús.

 



 
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