"Unos gemidos nos alertaron, era como el ruido de un cachorro. Encontramos una niña deshidratada, completamente desnuda, agonizando. Había un olor horrible, un olor a muerte en ese auto. Encontrar un niño en ese estado es inimaginable".
Da Cruz, de 45 años, ocultó a su familia el embarazo y durante los nueve meses disimuló su gestación. El 24 de noviembre de 2011 dio a luz sola, ella misma cortó el cordón umbilical y nunca la registró, como si no existiera. Eso sí, la llamó Séréna, por lo tranquila que era ya que casi no lloraba.
Inicialmente, la madre escondió al bebé en una pequeña habitación en obras y, poco después, en el maletero de su coche. Nadie supo de ella: ni su propio marido ni el resto de sus tres hijos.
Cuando el 25 de octubre llevó el auto para unas reparaciones, la niña llevaba dos años sin cuidados y viviendo en unas condiciones lamentables.
Denis Latour, el hombre que abrió el maletero, la encontró desnuda, sudando y bañada en su propia orina. "Le dije que a la madre que la sacara. Ella la tomó y era como una momia. La cabeza, los brazos, las piernas... toda caída... Hablé con mi compañero y llamé a la policía", explicó en aquel momento Latour.
La madre, sin embargo, siempre tuvo en ese momento una actitud de tranquilidad, incluso de "liberación", según relató el mecánico. Los equipos de rescate indicaron que, si hubiera pasado unos 30 minutos más ahí, podría haber muerto.
"Es muy duro enfrentarse a la realidad, al mal que le he hecho (a mi hija)", dijo la madre en su primera declaración, según informó France Info. "Lamento enormemente el daño que le he hecho a Séréna, lo lamento mucho".
Las secuelas
La niña, que hoy tiene 7 años y vive con una familia de acogida, tiene secuelas "permanentes" y, según un examen al que se sometió en 2016, tiene un "déficit funcional del 80%" y un "autismo probablemente irreversible". Este diagnóstico es consecuencia directa de su encierro en la oscuridad y la ausencia de contacto con el exterior, según los expertos.
Durante el proceso de instrucción, la madre confesó que siempre estuvo preocupada por mantener con vida a la menor, aun cuando era consciente de que no le estaba dando una vida normal.
También admitió que no la lavaba ni la alimentaba de manera regular. Llegó incluso a olvidarse de darle el biberón durante todo un día, según France Bleu. Para ella, la niña era como "una cosa" hasta que tuvo 18 meses, momento en que Séréna comenzó a sonreírle y por eso empezó a hablarle y a vestirla.
Su defensa presentó a la madre como una enferma, que se ha negado a sí misma varios embarazos. Los abogados sostienen que no fue consciente de su estado hasta el octavo mes.
El juicio inicialmente se había programado para dos semanas, pero se va a reducir y se espera que la sentencia sea este mismo viernes.
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MACHI V