Por la larga cola del rayo en esplendor
me arrimo al destello níveo de tu cabellera.
Arco iris nacarado de fechas nocturnas,
reposo en la pureza de tus caderas
que progresan en tus pies de arcilla con vigor
de raíces que entrelazan tu forma absoluta.
De sol y trigo soy, harina de molienda.
El fuego prepara mi cuerpo de pan
para el hambre de tu boca
y entre manantiales que riegan acequias
purpuras mi sangre es el sustento del vino
que tu sed de rosa abierta liba,
mis manos coronadas son la copa que te aguarda.
Unidos somos frutos ungidos en la dulzura de la higuera
y ascendemos los peldaños del amor que nos abrasa.
Tú y yo, árbol abierto por un relámpago de primavera
En la noche total del planeta comprendemos el origen del idioma
que abarca, decisión de labios dilatados en acanaladuras de venas.
Límpida investidura del fuego que nos siembra.
RICARDO ALVAREZ