Descorre las cortinas de la casa, lo justo, ni más ni menos.
La luz dibuja claros y sombras donde se esconden
los recuerdos.
Mira despacio las fotografías ajadas por el tiempo.
El color de algunas se ha perdido tiñéndolas de una pátina
de olvido.
Pero no para ella. Para ella el ayer es hoy y las fotografías
le traen a la memoria a los que dicen se fueron.
Están aquí, entre el haz de luz.
Sentada tejiendo está su madre, sus manos se deslizan
ligeras por la labor mientras tararea sonriente aquel tango
de Gardel que tanto le gusta.
Su padre, la mira con aquella mirada suya, aquella mirada
que solo le dedicaba a ella y le cuenta que tal le fue
el día mientras se fuma un cigarro y hace ceros de humo
para que ella sonría.
En el dormitorio está él, esperando, joven y hermoso.
La toma entre sus brazos y la lleva a donde quiere ir.
Con él se detiene el tiempo, los besos la abrasan, el cuerpo
le duele de amor.
Sus hijos corretean entre las sombras, las risas infantiles
le dibujan en la cara sonrisas.
La luz cambia y todo desaparece.
Corre de nuevo las cortinas dejando en penumbra su casa,
como su vida, suspendida en el tiempo.
D/a