CUENTOS CORTOS
PRISIONERO DE GUERRA
Cuando salía del bar, precisamente, vi a un conocido y dejé por un momento la bandeja encima de una mesita. Cualquiera pudo haber echado el veneno mientras estábamos allí de pie charlando. Ni mi amigo ni yo mirábamos. Además, en Scotland Yard sabrán que no tengo el menor motivo para envenenarle a usted. Chirstopher Bush
EL JUEZ DE INSTRUCCION
En lugar de intervenir, el juez de instrucción se quedó unos momentos inmóvil, llevando su mirada con extraordinaria rapidez de un lado a otro de la habitación. Después se posó sobre el cuerpo inerte tendido a sus pies.
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,
MACHI V