Defender la alegría como un atributo
defenderla del pasmo y de las anestesias
de los pocos neutrales y los muchos neutrones
de los graves diagnósticos y de las escopetas.
Defender la alegría como un estandarte
defenderla del rayo y la melancolía
de los males endémicos y de los acádemicos
del rufián caballero y del oportunista.
Defender la alegria como una incertidumbre
defenderla a pesar de dios y de la muerte
de los parcos suicidas y de los homicidas
y del dolor de estar absurdamente alegres.
Defender la alegría como algo inevitable
defenderla del mar y las lágrimas tibias
de las buenas costumbres y de los apellidos
del azar y también.....también de la alegría.