“Jesús responde que la vida pertenece a Dios, el cual nos ama y se preocupa tanto de nosotros que llega a vincular su nombre al nuestro: es ‘el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Dios no es de los muertos, sino de los vivos, porque todos viven para Él’”.
“¡Esa es la sabiduría que ninguna ciencia podrá nunca ofrece! Aquí se desvela el misterio de la resurrección, porque se desvela el misterio de la vida: la vida subsiste donde hay vínculos, comunión, fraternidad. Y es una vida más fuerte que la muerte cuando está construida sobre relaciones sinceras y vínculos de fidelidad”.
Por el contrario, “no hay vida donde se tiene la pretensión de pertenecer sólo a sí mismo y vivir como una isla: en estas actitudes prevalece la muerte. De hecho, la resurrección no es sólo el hecho de resucitar después de la muerte, sino que es un nuevo género de vida que podemos experimentar ahora mismo”.
“La vida eterna es nuestro destino, el horizonte de plenitud definitiva de nuestra historia. Y es esa la vida a la que estamos llamados a preparar por medio de una elección evangélica”, concluyó el Papa Francisco antes de rezar el Ángelus.
MACHI V