Pollo Rugoso tiene una voz aguda y desagradable, con el tiempo ha conseguido corregir su tono entrecortado pero sigue sin entender los silencios en una conversación. Es de ese tipo de personajes que hablan sin pensar porque, según dicen, son muy sinceros.
– Así que Edimburgo – me interrumpe de repente
– Pollo, déjame tranquilo por favor, estoy intentando escribir.
– Claro, sobre mí.
– No, sobre una realidad de la cual tú formas parte – le contesto intentando justificarme
– Pues me estás poniendo a caldo: ‘voz aguda y desagradable’, ‘tono entrecortado’…
– Estoy harto, ¡te he dicho un millón de veces que sólo debes replicar a las partes dialogadas de un texto! ¡No puedes usar la información contextual!
Si hay algo que me exaspera de Rugoso es que parece saberlo todo: el tiempo y el espacio son para él tan sencillos como una galleta. Sin embargo, no intentéis usar esto en vuestro propio beneficio: Pollo es de mentalidad básica y simple, y me ha demostrado cientos de veces que es incapaz de hacer algo útil o peligroso con toda esa información. Salvo tocar los cojones, claro. Por lo demás siempre he pensado que es bastante idiota.
– ¡Oye! ¡sin faltar!
– Eh… Pollo, creo que llaman a la puerta – le digo intentando quitármelo de en medio.
– ¡Voy! – y funciona.
Llegados a este punto os confieso que desconozco el origen de Pollo. Lo único que puedo contaros al respecto es que me lo encontré en un bazar chino de la madrileña plaza de Conde Casal, en una caja, junto a otros de su especie. De todos ellos Rugoso fue el único que decidió separarse del resto saltando entre mis brazos. Aparte de eso no sé nada más respecto a sus inicios, esa parte de su vida es un gran misterio para mí.
– Vengo del planeta ‘Muro de Muesly’, Gabi. – me interrumpe – Incluso te he descrito su estructura social y política. Te lo he contado no sé cuantas veces ya.
– Mira Pollo, me niego a aceptar que exista un planeta con un nombre tan profundamente estúpido como ’Muro de Muesly’; y que encima cuenta con un gobierno vitalicio pentagonal y una economía sumergida basada en las anchoas. Todo eso carece de puto sentido. – le replico
– Te niegas a aceptar las cosas tal cual son, lo cual es muy propio de ti…
– Pues igual empiezo a aceptar que eres un objeto inerte hecho de latex. – le contesto intentando zanjar el tema
– No me trates como si fuera un condón, por favor.
– Venga, llora.
Disfruto haciéndole daño, lo reconozco. Rugoso tiene una absoluta falta de personalidad que contrasta con sus inútiles intentos de demostrar algo de carácter. En el fondo está dispuesto a aceptar cualquier cosa porque piensa que no merece nada mejor, y eso acaba provocando una sensación de tedio en todos los que le rodean. Si le das una caricia y luego le pisoteas sin parar sólo recordará lo primero.
A pesar de todos los desplantes que tiendo a dedicarle nunca ha tenido una verdadera reacción de pollo adulto, nunca ha dicho ‘¡basta!’ dando un puñetazo sobre la mesa; en parte por miedo a perderme, en parte porque carece de brazos. Lo cierto es que, aunque le conozco desde hace muy pocos meses, creo que ya lo sé todo sobre él y…
– Estoy pensando en suicidarme – me vuelve a interrumpir Pollo
– Adelante, las cerillas están en el cajón de la cocina junto a las velas del Ikea. Y por favor, grábalo en video con mi móvil. – no es la primera vez que me dice algo así y he terminado por no tomarle en serio.
– Lo he hablado con mi abogado Piplup y…
– Piplup… me estás contando que has hablado de tu suicido con un Pokémon de tipo agua.
– Sí, cobra un pastizal pero es muy eficiente.
– Claro, y supongo que en tu querido planeta ‘Muro de Muesly’ todos los abogados son Pokemons. – le replico intentando mofarme de él
– Y los vicepresidentes.
Nunca jamás intentéis usar el sarcasmo y la ironía con Pollo Rugoso, no os va a entender.
– ¿Que no voy a entender el qué?
– El sarcasmo y la ironía, pollo.
– ¿El qué?
– El sarcasmo y la ironía… mira, déjalo. Mejor háblame de tu inminente suicidio –le digo intentando conducir la conversación a algún tipo de universo lógico.
– Pues Piplup opina que podría traerte problemas, así que no voy a hacerlo – me dice con una serenidad que me resulta inquietante.
– ¿Problemas? ¿a mí?
– Sí, es por todas esas viñetas que llevas meses colgando en internet dándome malas respuestas y haciéndome sufrir con tus desplantes. Aparte… lo de tu foto portando un cuchillo jamonero no ayuda.
– Claro Pollo, y también te he llevado a la playa, y de viaje por el norte…
– Lo sé, y por eso te amo.
Lo siento, no estoy preparado para hablaros de eso. Posiblemente nunca lo esté.
– Por cierto Gabi – por una vez agradezco su interrupción.
– Dime, y ve acabando ya, que tengo muchas cosas que hacer.
– Lo de Edimburgo… ¿cuándo tienes pensado irte?
– De momento me quedaré en Madrid, aguantándote. Lo he pensado y creo que no es el mejor momento para viajar solo.
– Es que yo…
– ¿Tienes algo que decir, Pollo?
– Pues que yo.. querría ir contigo.
– Mira, ¿sabes qué?
– No me vueltas a encerrar en el microondas, por favor Gabi.
– Nada de eso Rugoso, puedes ir haciendo las maletas porque tú y yo nos vamos de viaje.
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,