¡la luz!
¡Ah! la luz danza, delirante, en el centro de la vida, como en medio de una pradera!
Mi amor, amada mía, si la luz lo toca con sus dedos, suena dulcemente como una campana
de cristal. El cielo se abre. El viento huye saltando como una muchacha transparente.
Y una como risa apasionada se desborda por toda la tierra.
Sobre el corazón de la luz, amada mía, la mariposa abre sus alas tan tiernas casi como las alas
de tu sonrisa. Sobre la cresta de las ondas de la luz se encienden los jazmines.
La luz, amada mía, pone a las nubes un halo de oro y azul, y parece una reina vestida de su propia belleza.
Un inmenso júbilo se extiende, de hoja en flor y de flor en ola en torno al mundo. El río