A
veces, mis pensamientos sobre la falta de dinero, tiempo, salud o
amigos me hacen sentir ansiedad o tristeza. Durante esos momentos tomo
tiempo para hacer una pausa, aquietarme y respirar. Al inhalar, afirmo
vida, sustancia e ideas divinas. Al exhalar, libero sentimientos de
miedo y carencia. Mi cuerpo descansa y la ansiedad se disipa.
En
silencio, descubro una verdad mayor: Dios es todo en todo. Cuando
regreso a mis actividades del día me doy cuenta de que yo soy parte de
un universo abundante y próspero. Dios está en el centro de mi ser.
Puedo reclamar y aceptar toda sustancia y toda suficiencia. He sido
ampliamente bendecido con el poder creativo del Infinito. ¡Yo soy
próspero!