TRAS DE LA
PUERTA AMARILLA
Tras de la puerta amarilla
pintó el camino al paraíso,
con los ojos de una morilla
que daban su envidia al narciso
y al hibiscus celoso en Sevilla,
luciendo el iris color indeciso.
Remanso de paz del guerrero,
de hierbabuena y albahaca,
con su fuente de caños de herrero
y esperando a la puerta sentada
a que llegue la luna al destierro,
y rojiza plasmar su alborada.
Su placer y el encuentro consigo
frente al más sutil de los retos,
su paleta y pincel como amigos,
con amor y el más tierno respeto,
con el suave mecer de los trigos
que le llenan su vida al completo
Lucero del gran firmamento,
una Diosa en la noche y el día
como el sol que reluce talento
a su lienzo le pone poesía
con olor a la rosa y al viento
de los añiles de Ana María.
Tras de la puerta amarilla
un corazón se ha
dormido;
tras de la puerta amarilla
tiene sus ojos perdidos;
tras de la puerta amarilla
lleva su Alcázar prendido.
COLINA