Mente Femenina, Mente Masculina.
Por: Walter Riso
Los
hombres hemos intentado durante siglos subestimar la mente femenina,
tratándola de poco rigurosa e ilógica. Hemos exaltado el valor de la
razón sobre la emoción y menospreciado los atributos afectivos del mal
llamado "sexo débil".
Sin
embargo, el supuesto predominio mental del varón no es más que una
fantasía patriarcal. La antropología la psicología y la neurología están
de acuerdo en señalar que las mentes masculinas y femeninas son
distintas (que cada género posee una manera particular de organizar y
procesar la información, pero ninguna supera a la otra). Se trata de dos
estilos de procesamiento, dos maneras de pensar, que de ninguna manera
son irreconciliables.
Las
mujeres piensan en forma más holística (global), son más flexibles
(menos rígidas y dispuestas a tener en cuanta la excepción a la regla),
más intuitivas e imaginativas a la hora de buscar soluciones, y
prefieren hacer planes a más largo plazo. A veces les cuesta tomar una
cosa a la vez.
Los
hombres somos más atentos (circunscritos), nos cuesta suspender lo que
estamos haciendo, nos gustan los resultados rápidos (inmediatistas),
pensamos de manera más lineal y causal, y preferimos avanzar
gradualmente en el logro de los objetivos (análisis por pasos). A veces
nos cuesta integrar información dispersa.
Aspectos múltiples vs aspectos secuenciales.
La
mente femenina funciona con base a un pensamiento en red donde la
información es permanentemente totalizada, la mente masculina es
concreta, pragmática e hiperconcentrada.
La
psicología femenina puede ver más allá de lo inmediato y planificar con
mucha anterioridad. La imaginación le permite adentrase al futuro y
tener una actitud preventiva de alto rendimiento. Los hombres
funcionamos más y mejor en el aquí y el ahora, nos agrada resolver
problemas.
La
mente masculina tiende a rechazar el pensamiento visceral y las
decisiones intuitivas: todo debe ser claramente explicado y analizado
antes de tomar una decisión. La mente femenina es capaz de asimilar
infinidad de pequeños detalles en un todo significativo y "olfatear" la
solución aparentemente sin tantos recursos técnicos. Al ser más flexible
asimila incluso aquella información que los hombres eliminan (en
ocasiones la solución correcta suele estar precisamente en esos datos
desechados). Quizás allí, en esa capacidad de juntar lo aparentemente
aislado, reside la famosa intuición femenina, el oráculo de ciertas
damas.
La
tendencia parece clara: la mujer aglutina y el hombre divide. El hombre
ve el árbol y no es capaz de apreciar la belleza del bosque; la mujer
se adentra en el bosque, y olvida los árboles. O desde una visión más
optimista: el varón cuida más el árbol, mientras la mujer cuida más el
bosque.
Las
distinciones mencionadas no son mágicas, sino producto de la evolución y
de diferencias genéticas. La neurociencia sostiene que existen algunas
variaciones anatómicas y funcionales que explican la diferenciación
mental entre unos y otras. Por ejemplo, el pensamiento en red, múltiple e
integrativo, se altera en las lesiones prefrontales, lo que haría
pensar en un mayor desarrollo de esta zona en las mujeres. De manera
similar, el cuerpo calloso, el tejido que une ambos hemisferios
cerebrales, es algo más grueso en ellas que en ellos, lo que facilitaría
la conexión entre ambos, mientras que en el sexo masculino, cada lado
del cerebro opera de forma más independiente.
Para
sus cargos ejecutivos, las empresas, cada vez más, buscan personas que
sean capaces de adoptar estrategias tanto femeninas como masculinas para
hacer negocios: en ocasiones, hay que competir persistentemente hasta
el final, y en otras, hay que negociar y apaciguar los ánimos.
La
androginia psicológica está de moda, recatar lo mejor de cada sexo e
integrarlo en el desarrollo de competencias. Algo así como un vikingo
tierno o una dulce y sumisa mujer defendiendo sus derechos como una
tigresa. El Yin y el Yang, malgamados, unificados, ¿será posible? Los
jóvenes que abrazan el postmodernismo afirman que sí, que hace rato
comenzó la fusión.