EL HILO DE SANGRE
Ernesto Mallo
Sólo pueden ver la silueta del hombre que
se ubica al volante del coche, avanza y lo
deja cruzado en la vereda. Carlos oculta su
cara detrás de sus cómplices para que el
tipo no lo vea. Baja nuevamente, cierra la
cochera, vuelve al auto, pone primera y sale.
Pasa delante del trío lentamente, mirándolos.
LA HERMOSA LEONILA
María Enriqueta
Eres un digno caballero. Tu si serás un leal
marido. Si lo deseas y no te asusta casarte
con una viuda, podrás pedirme la mano de
Leonila, que es mi nuera, la viuda de mi
único hijo. Sospecho que ella te quiere
también. Podrías venir a suplir el lugar de
ese hijo amado que he perdido y que extraño
tanto.
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,