San Agustín de Canterbury fue un monje de la Orden de San Benito, el primer Arzobispo de Canterbury en Inglaterra, uno de los padres de la Iglesia latina y de los más grandes evangelizadores europeos junto a San Patricio de Irlanda y San Bonifacio en Alemania.
Se desconoce la fecha de su nacimiento pero se sabe que falleció el 26 de mayo del 604. El inicio de su vida apostólica y misionera fue en el 597, cuando salió de Roma por orden del Papa San Gregorio Magno para evangelizar Gran Bretaña acompañado de 39 monjes.
Desde la época apostólica Gran Bretaña había sido evangelizada, no obstante, esta patria recayó en el paganismo tras la invasión sajona en el siglo V y VI.
A pesar de esta situación, el rey Etelberto de Kent (sudeste de la Inglaterra medieval) –quien posteriormente se convertiría al catolicismo y llegaría a ser santo- permitió la llegada y la evangelización de los misioneros benedictinos, pese a ser pagano. El hecho de que su esposa fuese una princesa cristiana influyó sin lugar a dudas.
Antes de que los misioneros llegaran al pueblo de Thanet, en Kent, y fueran inmediatamente recibidos por Etelberto, el Papa San Gregorio Magno ya había nombrado abad y designado como Obispo a Agustín.
Tras el encuentro, el rey les concedió permiso para predicar en todo el pueblo y les entregó la iglesia de San Martín para que pudiesen celebrar la Misa y otras liturgias. Desde ese momento las conversiones empezaron a multiplicarse, y pronto el rey y su corte fueron bautizados en Pentecostés del año 597.
La evidente sinceridad de los misioneros, su sencillez de intención, su fortaleza a toda prueba, y, sobre todo, el carácter desinteresado del mismo Agustín acompañado de su doctrina, causaron una profunda impresión en la mente del rey.
Agustín envió a dos de sus mejores monjes a Roma a contarle al Sumo Pontífice lo acontecido. El Papa en respuesta lo nombró Arzobispo de Canterbury y al mismo tiempo lo amonestó paternalmente para que no se enorgulleciera por los éxitos alcanzados ni por el honor del alto cargo que se le confería.
Siguiendo las indicaciones del Papa para la repartición en territorios eclesiásticos, Agustín erigió otras sedes episcopales, la de Londres y la de Rochester, consagrando obispos a Melito y a Justo.
Después de haber trabajado por varios años con todas sus fuerzas por convertir al cristianismo el mayor número posible de ingleses, San Agustín de Canterbury murió el 26 de mayo del año 604.
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