SEÑAL
De improviso, a semejanza de una alarma, recordó el nombre…Jonathan, solo el nombre, se esforzó en recordar su rostro…no, no lo logró, se había esfumado, al igual que el humo de una cansada hoguera.
Entonces quiso rescatar las cosas lindas de aquella lejana vivencia, las feas el tiempo se encargó de borrarlas, por suerte. ¿Por qué su mente se empecinó en traer al presente aquel ya casi olvidado nombre? Por más que deseó dejar de pensar en él, su memoria jugó en su contra…era imposible sacarlo de allí…ocho largos años transcurridos desde aquella odisea.
Fue otra vida…fue otra Silvina, no la actual, hoy era otra persona, se sentía distinta, cambiada, inclusive convenció a sus amigos, llamarla Silvy. Un temblor sacudió su cuerpo. Provista de una manta, se recostó en el sofá, tapó su cuerpo… recogió sus rodillas y las apoyó sobre su pecho…trató de tranquilizarse, los recuerdos la acechaban…difícil zafarse de ellos…
Ya era media noche cuando se despertó. Fue hacia el baño, una buena ducha calentita la despabilaría. Así fue. Se colocó una remera y un jean, y llegó hasta la cocina. Tenía hambre, unas tostadas, un poco de jamón, y un fuerte café, hicieron las maravillas.
Mientras comía, alzó la vista hacia el almanaque, y se sobresaltó al percatarse del día, 9 de Noviembre. Se le escapó un OHHHH, se paró de golpe y logró derramar la taza del café. Imposible, no podía ser, ahora todo se aclaraba en su mente…pero no aceptó tal coincidencia.
¿Por qué dejar que se filtrara en su ser un mandato?, ¡No lo aceptaba!
Pasaron varias horas y seguía aferrada al cofre que guardaba cada carta, cada sello y que algunas tenían la marca imborrable de una que otra lágrima. Era duro releerlas por la distancia, por su encanto y su perfume…miro de nuevo el almanaque y el 9 de noviembre se le clavaba en las pupilas y en todo su cuerpo…
Desde el piso su gato le ronroneaba recordándole que tenía hambre…o sed…o ansias de mimos. Es demasiado-se dijo-se levantó y traspuso la puerta y se hundió en la brisa que traía perfumes de albahaca y mentas…Le tocaron las mejillas…se posaron en su ropa y se le instalaron en el alma…¡¡¡Cuantos recuerdos…todo fue válido!!!
Volvió sobre sus pasos, y con ella también el gato, ansioso de recibir su ración.
Ambos regresaron a la casa. Llegaron a la cocina, volcó un poco de alimento en el plato del ya desesperado micifuz, quien entre asombro y alegría no vaciló en ocuparse de saciar el hambre que lo aquejaba. Las caricias, pensó, las dejaría para más tarde.
Por su lado, Silvy, ya reanimada con la ayuda del aire refrescante del jardín, creyó oportuno buscar entre el manojo de cartas, la última, aquella de la despedida…quizás allí, entre líneas, lograría descifrar el motivo, la causa, la razón de la partida.
Lo recordó frente a la compu, entusiasmado en la búsqueda de algún dato… Se acercó para darle una palmadita en el hombro y de reojo pudo leer:
“Acontecimientos mundiales que ocurrieron un día como hoy….”un día cargado de historia. El recuerdo fluctúa entre la alegría y el horror, entre la Noche de los Cristales Rotos en 1938, la caída de la monarquía, la entrega del premio nobel a Einstein y la caída del Muro de Berlín en 1989."
Ahhh...cómo no darse cuenta…lo vio ajeno a lo que lo rodeaba-incluida ella-fue al ropero eligió su mejor traje, corbata y camisa. Tomó con premura una toalla y partió a ducharse. Al salir ya vestido, vio en su mano un folio rojo, doblado a modo de sobre…la despidió con un beso y dejó el papel…Ella creyó que era una de sus tantas bromas y por lo tanto no lo abrió de inmediato…quería pensar de que se trataba.
Llegó la noche…recordó el sobre…y lo abrió. Sobre el fondo rojo, solo unas pocas letras en dorado rezaban: …” Lo siento, amor…quizás puedas comprenderme algún día…-es una broma, - pensó-, es hora que regrese, al hacerlo, seguro, reiremos juntos….
Han pasado varios años y nunca obtuvo una respuesta; tampoco volvió…Mucho le costó sellar aquel momento…creía haberlo hecho, pero el calendario, inexorable se lo recordaba…. ¿Fue tan fuerte lo que leyó? ¿Tenía algún significado especial para él, su familia, su pueblo…nosotros? Debo repasar… encontrar la verdad.
Todo fue en vano. Nada justifica la partida. Su ausencia carece de sentido. No es posible quemar todas las naves, es más, ¿yo no significo suficiente razón para su regreso?
La correlación de los acontecimientos dio quizás, una somera explicación a su decisión tan extrema.
Se vistió con sus mejores ropas, cerró bien la casa. Subió al coche y partió. Tenía bien fija la meta, la consigna era encontrarlo.
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Autores
María de los Ángeles Roccato (Argentina)
Beto Brom (Israel)
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