DOS TROZOS
EL SOCIO
John Grisham
Sabía exactamente lo que debía hacer, pero aún así se movía despacio, a la fuerza. El apartamento sólo tenía tres habitaciones y la inspección fue breve. Los papeles que quería estaban en un archivador del salón guardados bajo llave. Abrió tres cajones llenos a rebosar y los vació en una maleta de piel.
LA HORA DEL DIOS ROJO
Richard Crompton
Sus ojos necesitan un momento para adaptarse al
principio, todo lo que puede ver son unas ventanas altas,
muy elevadas, rayos de luz como columnas. El ruido llena todo lo que los ojos no ven: El alboroto de la
negociación y el intercambio, el piar de los pollos, la risa,
el parloteo, el cantar, y el ajetreo.
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,
MACHI V