“La propia vida es ya fruto de una llamada de Dios; nos llamó a la vida porque nos ama y lo predispuso todo para que cada uno de nosotros fuese único, acompañándonos a lo largo de los caminos polvorientos de nuestra vida”, afirmó en la carta.
En otra misiva enviada por medio del Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, a los participantes en el Encuentro “Meetin per l’amicizia fra i popili” (Encuentro por la amistad entre los pueblos), que se está celebrando en la localidad italiana de Rimini, Francisco puso de relieve un efecto inesperado del confinamiento por la pandemia de coronavirus: el redescubrimiento de la capacidad de asombrarse.
“En los últimos meses hemos experimentado esa dimensión del estupor que asume la forma de la compasión ante el sufrimiento, ante la fragilidad, ante la precariedad de la existencia”.
Asimismo, durante el Ángelus dominical del 16 de agosto, el Papa Francisco invitó a no ocultar las heridas de la historia personal de cada uno, sino asumirlas y ponerlas delante de Dios.
“Cada uno de nosotros tiene su propia historia” por lo que cuestionó: “¿Qué hago yo con mi historia? ¿La escondo?” por lo que sugirió que la “debemos llevar delante al Señor”.
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