Con
el corre corre de la vida, a veces puede que sea difícil detenerme,
descansar y cuidar de mí. Tal vez me sienta presionado a hacer una
multitud de cosas y a mantener un paso frenético para cumplir con todas
las exigencias. De ser así, recuerdo las palabras de una canción: “Me
apuro para poder hacer las cosas. Oh, y me apuro tanto que la vida deja
de ser divertida”.
Cuidar
de mí es honrar al Espíritu morador. Descanso, respiro y desisto de las
presiones y preocupaciones. Tomo tiempo para conectarme con Dios a
través de la oración y la meditación. ¡También tomo tiempo para
divertirme! Cuidar de mí me llena de energía, no disminuye mi capacidad
para cuidar de los demás y fortalece mi relación con Dios.
Gran regocijo hay en mi corazón y en mi alma; todo mi ser siente una gran confianza.—Salmo 16:9