Cambios de roles, hombres que se feminizan, mujeres que se masculinizan... El año pasado, Umberto Veronesi, prestigioso científico italiano, avanzó que el mundo del futuro sería bisexual. Convencido de que se está evolucionando a un modelo en el que dominará la bisexualidad, para explicar el fenómeno se basaba en que se están atenuando las diferencias entre hombres y mujeres. La revolución ya ha comenzado, cultural y biológicamente -el sexo ya no es el único camino para la reproducción-, y los cambios podrán verse a partir de tres generaciones, aseguraba. Sin embargo, paralelamente, el debate sobre las diferencias de sexos sigue siendo pasional. Frases como "no hay quien os entienda" o "siempre estáis pensando en lo mismo" son recurrentes entre parejas y grupos de amigos.

  ¿Hasta qué punto los roles han cambiado? ¿Cada vez nos parecemos más o existe un obstáculo insalvable? Lo que es obvio es que estamos viviendo un reajuste cultural. Como señala Trinidad Sánchez, profesora de Psicología, "los estudios muestran cómo los patrones de conducta masculinos y femeninos y los roles no son exclusivos de un género. Cuando los roles dejan de ser exclusivos, las conductas o patrones típicos también son más fáciles de imitar, ya que la cultura los deja libres de prejuicio".

  En este reajuste, hombre y mujeres intentan ubicarse. Hace solo 50 años, en Economía doméstica se enseñaba: "Ten preparada una comida deliciosa para cuando él regrese del trabajo (...) No le pidas explicaciones acerca de sus acciones o integridad. Si tienes alguna afición, intenta no aburrirle hablándole de esta, ya que los intereses de las mujeres son triviales comparados con los de los hombres".

  La imagen de hoy dista mucho de la de ayer, pero adaptarse al nuevo papel de hombres y mujeres no es tan rápido. Especialmente difícil es para ellos. El guerrero que lleva la comida no tiene sentido hoy, tampoco el modelo de padres y abuelos. "El hombre no sabe manejarse bien -considera Javier Urra, psicólogo-. Le espera una revolución como la abanderada por la mujer, que se produjo del interior hacia el exterior". No saben bien cómo actuar, pero no es fácil. Walter Riso define con humor este problema: "Una jovencita describía así a su hombre ideal: "Me gustaría que fuera tierno y cariñoso, pero no empalagoso; exitoso, pero no obsesivo; que se haga cargo de una, pero que no sea absorbente; intelectual, pero también hábil con las manos...". Cuando terminó su descripción le contesté que un hombre así sería un caso de personalidad múltiple".

 

Mujeres estresadas

La mujer por su parte, ha ganado mucho con los cambios de roles, pero no todo han sido beneficios. Derechos propios, libertad, independencia, competitividad, capacidad, cultura y fortaleza han llegado con obligaciones de madre, ama de casa, esposa y profesional. En ellas ha recaído una mayor carga. De hecho, la cifra de consumidoras de tranquilizantes, unas 800,000 en España, duplica la de los hombres.

  Al igual que los hombres tiene pendiente su revolución, a las mujeres todavía les queda por avanzar. Un estudio realizado recientemente por Trinidad Sánchez en torno a las diferencias de género, en el que se pedía a los miembros de una familia que dieran la percepción que tenían sobre sus habilidades emocionales, dio los siguientes resultados: "Las mujeres se infravaloran con respecto a sus habilidades emocionales, mientras que los hombres se sobrevaloraban, lo mismo sobre la inteligencia general. Quizá esta infravaloración viene por connotaciones culturales, donde se transmite que la relación de la mujer con las emociones es más una debilidad que un don. Si buscamos en el diccionario "femenina", uno de sus significados es débil y endeble".

  Pese a las dificultades, ha habido un gran avance, pero hay mucho por delante para que la atracción de los opuestos sea un camino a disfrutar. ¿Qué esperar del hombre y la mujer de hoy? Trinidad Sánchez es clara: "Que se adapten a una nueva cultura en la que, en beneficio de todos, se potencia la igualdad de género en todos los ámbitos. Del hombre se espera que adquiera mayor sensibilidad y emotividad y de las mujeres que empiecen a desarrollar la creencia sobre su valía y que ejerciten sus potencialidades. Nos encaminamos hacia un ejercicio personal de reajuste cultural". En opinión de Urra, "la verdadera democracia se alcanzará cuando se consolide la igualdad entre los géneros hasta en los detalles más irrisorios, como que se puede hablar de trapos con tanta seriedad como se hace de fútbol. La esperanza la encontramos en que las diferencias entre generaciones son más profundas que las diferencia entre sexos". Y las diferencias entre personas son mayores aún que las de grupo.

  Desterrar, por tanto, la frase de "todos los hombre/mujeres son iguales" sería un paso importante. Una relación de éxito y desarrollo no puede estar basada exclusivamente en una diferenciación sexual, sino en nuestra capacidad de aceptar y hacer convivir nuestras diferencias.

Continúa en segunda parte