LOS POEMAS DEL LAMENTO TARDIO
(2)
¡Estaba tan orgulloso de mis días!
Caminaba seguro entre los hombres.
Eran mi escudo, mi prestigio y mi renombrre.
Caminaba tranquilo y sonreía.
Cuándo se marchitaron las flores de mi cuerpo.
Cómo se fue encorvando lentamente.
Cómo se quedó seco de repente.
Cómo perdí el camino
que ya no sé por dónde tuerzo.
Contemplo mi fortuna almacenada
durante tanto tiempo,
cuidada por el hierro
y por los perros
de colmillos largos.
Hoy no me dicen nada estos papeles
pintados de dinero.
He gastado mi vida clavando mis uñas en la tierra
para acumular trocitos de papeles
con retratos de hombres viejos.
Obseso en mis ceremonias de escritorio
no contemplé el canto de los pájaros
ni el golpe luminoso del ocaso.
Se me escurrió la vida por las manos
sin poder palpar los retoños de la tierra,
sin percib ir la mirada de los ángeles.
Incapaz de moverme. Prisionera de mi cuerpo viejo.
Me quedo boquiabierto frente al viento que viaja.
Me lamento tardó en este intento, inesperado casi,
por comprender mi tiempo desoído inútilmente.
Vislumbraba mi vejez de otra manera.
La llenaba de paz y de experiencia.
Transcurriría dtranqjila de anhelos tardos,
pero plena de sonrisas y vivencias.
Jamás me imaginé esta inquietud nerviosa,
este sabor a tiempo reiterado en el error,
este querer volver a rehacerlo todo,
este lamento inútil y tardío.
No se apagan mis deseos como debieran,
ni llega la pureza a abrazarme por completo.
No puedo comprender este último desasosiego
entre papeles viejos.
Tan rodeado de dinero; y no puedo pagar esta deuda
que me quema por dentro
en este inesperado momento,
en esta sensación amarga
de tiempo malgastado
que se acaba.
Rafael de Js. Vásquez Guzmán
COMPARTIDO CON MUCHO AMOR,
MACHI V