Pensamientos
que nos limitan
2ª parte
"Debo hacerlo todo bien" o el exceso de perfecionismo
Efectos tóxicos: Mucha gente tiene esa exigencia, poco realista por exagerada. Sus efectos "llevan a comparar con un estándar al que nunca se va a llegar y por tanto genera malestar y frustración que dificultan la vida sin necesidad -afirma Marisa Vecina-. Invertir tantos recursos en hacerlo todo perfecto es un sin vivir. Un estándar tan elevado no se puede mantener, no hay horas ni recursos, además de que no todo depende de ti. La sobrecarga no te deja tiempo para disfrutar". Además, quien piensa así no se permite equivocarse, lo que impide aprender. Cuando se quiere hacer todo solo y bien, "los que están a tu alrededor se adaptan y se hacen cómodos", el perfeccionista "deja de trabajar en equipo".
Antídoto: La solución pasa por preguntarse cuánto cuesta hacer las cosas con esa perfección, si se tienen otras alternativas y lo que ocurriría si sale un poco mal. En estos casos también hay que "aprender a desconectar y dejar que cada uno se responsabilice de su área". Para ello hay estrategias: "Cuando se cierra el día de trabajo o la semana, marcar los objetivos de la siguiente. Al dejar los temas cerrados no necesitas estar procesándolos todo el fin de semana. Dedicas ese tiempo y ya está. Así no llevas el trabajo a otros ámbitos. Es fundamental darse un paréntesis".
"Nada es suficiente" o la insatisfacción crónica
Efectos tóxicos: La insatisfacción llega cuando nada de lo que uno tiene o se esfuerza por conseguir acaba de satisfacerle. Para la psicóloga esto "ocurre cuando tengo cosas buenas y no las valoro en su justa medida". A esta insatisfacción se añaden otros efectos tóxicos. "Si solo te centra en las metas, te esfuerzas e inviertes mucho, puede que no estés pensando en el proceso ni en la satisfacción de las distintas tareas que realizas para la consecución de tu meta -explica Vecina-. Entonces, cuando la obtienes, después de recorrer un camino, te preguntas si merece la pena". Muchas veces, el problema está en el objetivo de nuestra meta, a veces luchamos "por cosas que si las pasáramos por el filtro de la racionalidad, nos cuestionaríamos si de verdad esto nos va a hacer feliz. Generalmente los objetivos están equivocados y luchamos por cosas de las que no se obtiene gran satisfacción".
Antídoto: A la hora de plantearnos una meta lo ideal sería preguntarnos si eso es lo que "uno realmente quiere conseguir". Otro paso importante sería no olvidar que en el camino también se disfruta. Si además a nuestro camino le damos "un sentido más importante, como ayudar a otros o dejar algo para la posteridad, hay algo más por lo que merece la pena luchar. La satisfacción estará en el camino"
"Todo sería mejor si..." o la eterna comparación
Efectos tóxicos: La comparación es algo cotidiano. Para Vecina, como en sociedad, "no hay un manual de lo que es lo correcto, al final el criterio que lo determina se basa en lo que digan los demás, por eso somos tan sensibles a cómo nos juzgan". De ahí surge la comparación, que así no es negativa, sus efecto tóxicos aparecen cuando "te comparas siempre para obtener un resultado negativo. Si es con los demás te comparas con los que son mejores que tú; si lo haces con cosas pasadas lo haces con los mayores estandares de logros que conseguiste y, si te comparas con el futuro, lo harás con algo ideal". Al compararnos con algo demasiado exigente, genera una discrepancia muy alta con nuestra conducta real, lo que provoca insatisfacción.
Antídoto: El mejor antídoto es darnos cuenta de que no estamos comparando con una persona o situación en concreto; es decir, con lo que seleccionamos, lo cual no es objetivo. La psicóloga recomienda tratar "de ver la realidad con toda su dimensión y sus alternativas porque hay muy buenas ejecuciones, otras mediocres, otras normales y otras malas. Es con toda esa gama con la que tengo que comparar".
SAIDA S. MAHMUT
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