Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas la mitad de la luna. Girante, errante noche, la cavadora de ojos. A ver cuántas estrellas trizadas en la charca. . Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye. Fragua de metales azules, noches de las calladas luchas, mi corazón da vueltas como un volante loco. . Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos, a veces fulgurece su mirada debajo del cielo. Quejumbre, tempestad, remolino de furia, cruza encima de mi corazón, sin detenerte. Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raíz soñolienta. . Desarraiga los grandes árboles al otro lado de ella. Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga. Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas. . Detrás de las montañas nocturnas blanco lirio de incendio, ¡ah, nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas. Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos, es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría. Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo de tormentas ¿para qué tocarla ahora?, ¿para qué entristecería? . ¡Ay seguir el camino que se aleja de todo, donde no esté atajando la angustia, la muerte, el invierno, con sus ojos abiertos entre el rocío!
JUANITA
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