Muerdes las hojas tiernas de los minutos que no retoñan Hormiga roja del día lento. Pero mi alegría queda intacta y la veré multiplicada En los caireles fulgurantes del sueño.
No sé si mañana caerá deshecha Contra el eje del nuevo sol de oro. Ahora la llevo como un clavel del aire Abierto en el corazón bermejo del Otoño.
Ahora es mía y la levanto en alto, Antorcha clara en mi ciudad de veinticuatro cúpulas. Pasaré con ella como una flecha Bajo los arcos de la tarde y la ramazón leve de la luna.
¡Alegría de un día que yo he de salvar Del maleficio de las horas brujas!