Según el Diccionario de la Real Academia Española "haber gato encerrado es haber causa o razón oculta o secreta, o manejos ocultos".
Esta expresión, un tanto incomprensible para nuestros días, alude evidentemente al gato, al felino doméstico, pero no hemos de olvidar que gato significa también bolsa de dinero hecho con piel de gato. Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611) define: "Gatos, los bolsones de dinero, porque se hacen de pellejos desollados, enteros, sin abrir". Aún hoy nuestro Diccionario dice que gato "es bolso o talego en el que se guarda dinero y también dinero que se guarda en él". Así, haber gato encerrado fue poseer una bolsa escondida.
Usar la palabra "gato" por bolsón o bolsillo de dinero es habitual en todo nuestro Siglo de Oro. Debió de ser una expresión generalizadísima. Así pues, escribe Cervantes en Rinconete y Cortadillo: "En un grandísimo gato de reales que llevaba". También Cervantes en Don Quijote, cuando las bodas de Camacho, dice: "El interés sacó un bolsón que lo formaba el pellejo de un gran gato romano, que parecía estar lleno de dineros...". (Añado que gato romano quería decir aquel que tenía la piel manchada a listas transversales de color pardo y negro. Así era Marramaquiz, el famoso protagonista de La gatomaquia, de Lope de Vega.)
Quevedo también usa muy frecuentemente la palabra por bolsa de dinero. Así en su letrilla satírica:
Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos,
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos.
Tanto se usó en lenguaje popular la palabra "gato" por bolsón de dinero que existen refranes y expresiones familiares como: "¡Buen gato tendrá!" o "No sabe el avaro dónde maullarán sus gatos".
Pero no sólo la palabra "gato" en esta acepción aparece en el lenguaje común o literario, sino en las obras de mayor empeño. Fray Hernando de Santiago en sus Consideraciones sobre todos los Evangelios escribe: "Los avarientos, del gato nada estima tanto como la piel. La carne no la come sino algún pobrete desdichado; pero los pellejos toman para guardar en ellos sus doblones". Asimismo aparece el gato en los documentos jurídicos y notariales. En el inventario de bienes a la muerte del escritor don Diego Hurtado de Mendoza (1575) se lee: "Un escritorio de Alemania, el cual se abrió y tenía dentro muchos papeles de cuentas atados en legajos y un talegón de gato que pareció tener mil y setenta reales...".
Néstor Luján Cuento de cuentos