El Acantilado.
Refugio de nuestras pasiones encendidas,
La noche que solía ampararnos encantada,
En el lejano acantilado con ardientes besos,
El mar besaba mis hombros bajo tu mirada.
Y tú cubrías de mar mi cuerpo entero,
Tu lava ardiente recorría mi vientre,
Y mi boca mordía cada huella,
Yo dibujaba estrellas con mis ojos,
y aprisionaba tu húmeda espalda,
Entre gritos de mis uñas encajadas,
Que pedías en susurros dibujara,
Tu nombre estremecido apasionado,
Mientras bebí tus labios, sollozaba,
Amor, aún no cierres la ventana …
Que te deseo como el mar, la arena,
Y tú alejarte lo sé, niño, no quieres …
La línea que une al rojo horizonte,
Se ha de desvanecer al llegar el alba.
Más no quiero que de mí tú vueles,
Bésame mientras mis manos vuelan,
Y recorran tu piel estremecida,
Y ¡bésame dónde culminan los sueños!
¡Bésame con todita tu alma enamorada!
¡Y yo te amaré y moriré al rayar el alba!