En pleno día otoñal,
me dispongo a disfrutar,
de una manera sencilla,
la tarde de temporal
junto a la mesa camilla.
Veo encapotarse el cielo,
mientras en silencio espero,
disfrutando del paisaje,
en mi sillón orejero
con mi manta de viaje.
El viento lleva las hojas
con su fuerza arrolladora
a través de la calleja;
el sol tras las nubes llora
tenues rayos de tristeza.
La lluvia cae de las nubes
y por la calle discurre
entonando su canción,
entre notas que seducen
con nostalgia al corazón.
La mente entera se llena
con la armonía serena
de la belleza otoñal
del agua que triste suena
al chocar con el cristal.
José García Velázquez