Trazo garabatos en una hoja blanca,
hablo por teléfono y sigo garabateando,
donde haya un espacio en blanco.
Mi mente se tilda al ver por la ventana,
pájaros que están piando,
árboles meciéndose de un lado al otro,
el viento que se cuela por la ventana
suavemente mi frente acariciando.
Y escribo como si esa hoja en blanco
fuera un lienzo como quien pinta un mundo,
con tachones y trazos voy diciendo
lo que quiero con deseo de verso.
Ignorando las leyes de la poesía
por no tener estilo, por ignorar las rimas y metría
porque escribo, lo que es mío,
porque si no, ya me hubiese aburrido.
Ni por asomo se acerca a un soneto,
pero es lo que siento,
poesía casera, carente de artificio,
solo es un atajo al alma quien me dicta disfrutando,
de esa brisa tramposa que entra por mi ventana
y me dicta que escriba sobre ese amor imposible,
sobre esa vida lejana, sobre despechos y tierras extrañas,
sobre todo sobre las bondades y trampas humanas.
Y así sigo tachando y borroneando, sin reglas ni cadencias,
ni prosa poética, solo poseo un argumento:
escribir como siento, soñar, respirar, aceptar,
buscando el efecto de una mariposa posando en tu piel....
buscando una razón, para la vida amar.