Del salmo 48, 2-3. 6-7. 8-10. 11.
R/. Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Escuchen, pueblos todos de la tierra,
habitantes del mundo, estén atentos,
los ricos y los pobres, lo mismo
el hombre noble que el plebeyo. R/.
¿Por qué temer en días de desgracia,
cuando nos cerca la malicia de aquellos
que presumen de sus bienes
y en sus riquezas confían? R/.
Nadie puede comprar su propia vida,
ni por ella pagarle a Dios rescate.
No hay dinero capaz de hacer
que alguno de la muerte se escape. R/.
Lo mismo que los necios e ignorantes,
también los sabios mueren,
y a las manos de extraños
van a parar sus bienes. R/.