Mi inteligencia y mi intuición provienen de un Creador magnífico, y estoy por siempre aprendiendo y creciendo espiritualmente. Si creo que alguien me ha maltratado de alguna manera, decido ver las cosas de un modo diferente e invertir mi fe con más sabiduría. Descubro la libertad del perdón.
Al perdonar, no sólo libero a los demás del resentimiento de mi corazón; yo también soy liberado. Al negarme a mantener a otros como rehenes del pasado, me doy el regalo de la paz interna. Al perdonar a una persona, puede que descubra otras oportunidades de perdonar. Cada acto de perdón requiere fortaleza y valor, mas me lleva a la libertad.
Perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.—Colosenses 3:13
Los recuerdos de mi vida son como fotos en un álbum. Documentan experiencias, retos, crecimiento y descubrimientos. Algunas imágenes evocan vivamente sentimientos, lugares, sonidos y circunstancias del pasado. Recuerdo con gozo los bellos momentos, cuando los regalos espirituales eran fáciles de ver. Y, al recordar experiencias dolorosas, saco valor de mi pozo profundo de fe.
Todas mis experiencias han contribuido a mi comprensión y crecimiento espiritual. He conocido a Dios como mi fuente de fortaleza cuando me he sentido débil, y como mi fuente de gozo cuando mi corazón ha rebosado de felicidad.
Soy bendecido al mantener una vida espiritual y saber que siempre camino con Dios.
Lo has bendecido para siempre; con tu presencia lo has llenado de alegría.—Salmo 21:6