AMA A TU PRÓJIMO COMO A TÍ MISMO
La autoestima está de moda. Aprender a quererse a
sí mismo es la clave de cualquier superación personal.
Según algunos, una forma de trascendencia. Ya no
solamente importan los demás, sino uno.
Mucha gente está cansada de cargar resignadamente
con los problemas ajenos, sin haber resuelto los propios.
Esta revolución mental, bien manejada, permite una
especie de reingeniería interior, donde las personas
comienzan a sentir que en realidad no son tan horribles ni
tan malas. Que todos somos una mezcolanza de virtudes y
defectos y que, en ultima instancia, la valía personal, la
esencia, nunca está en juego.
"Soy fundamentalmente apreciable y por lo tanto debo
cuidarme. Soy un milagro, creado por Dios, que no
puede despreciarse. No tengo por qué sufrir
innecesariamente".
Fortalecer la autoestima no implica volverse un
epicúreo enloquecido en busca de placer, ni un narcista
insoportable, sino autorrecompensarse y disfrutar con
responsabilidad. Puedes hacer lo que te plazca, siempre
y cuándo no sea dañino para tí ni para otros.
No tienes por qué autocastigarte y volverte un doliente
de tiempo completo. Las personas que se quieren a sí
mismas de manera adecuada (sin culpa, sin miedo,
sin arrogancia) logran una calidad de vida mucho mejor que
las que no se valoran. Las ventajas son evidentes al menos
en tres áreas.
Primera: la buena autoestima fortalece a la persona.
Esto significa una mayor seguridad afectiva y racional.
De una manera sorprendente. Los problemas se transforman
en retos y no en dolores de cabeza. La autoestima debería
reforzarse a toda hora y en todas partes, Es mucho más
importante que saber física, ganar las olimpiadas matemáticas
o lograr entender la más intrincada fórmula química. Y no es
que las ciencias anteriores sean despreciables, (aunque
algunos ni les gusta que se las mencionen), sino que el
aprendizaje sin autoeficacia y sin confianza en uno mismo
es imposible. El principal requisito para avanzar intelectualmente
es la convicción de que sí voy a ser capaz.
El segundo beneficio, de la buena autoestima se refiere a la salud.
Las investigaciones han demostrado que cuando estamos en
paz con nosotros mismos, todo el organismo funciona mejor y
la mayoría de los procesos inmunológicos se fortalecen.
El cuerpo, inexplicablemente, le cree a la mente; es decir, "si
no me soporto a mí mismo, me enfermo. Me autoaniquilo".
Tercero: es el amor por los demás.
Uno no solamente dá lo que es, sino lo que cree que es. Si
me siento como una cucaracha, si la vergüenza me persigue,
si pido disculpas hasta para respirar, si escapo a los
elogios y si me siento culpable cuando estoy contento,
no tendré mucho que dar. Mi expresión de afecto será
deslucida y enclenque. El amor es una experiencia que
siempre se refracta en lo que somos. Cuando alguien nos
quiere de verdad, ese sentimiento nos atravieza de lado a lado.
Por tal razón, el afecto positivo siempre tiene un componente autorreferencial. Si no creo merecer el amor que me profesan,
no sabré que hacer con él, la ternura será un encarte.
Aceptar tranquilamente el amor interpersonal, sin prevenciones, desconfianza o recelos, es el mejor indicio de que la autoestima
anda por buen camino. Entonces podemos andar en el
mandato que nos da Dios, en cuanto a:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
(San marcos 12:31).
La verdad es muy complicado amar a un ser que no se
quiere a sí mismo, porque no hay receptor.
Si gracias a la autoestima podemos incrementar la seguridad
personal, enfermarnos menos, amar cómodamente y sin
miedos,¿no se justifica su promoción? ¿Por qué no hacemos
de ella una obligación simpática?. Deberíamos regalarla
en las esquinas, los colegios y las casas. Envasarla, beberla
con todos los “autos” que podamos, (autoconcepto,
autoimagen, autoeficacia, autorrespeto, autorrealización, autoconocimiento) hasta reventar de autoestima. Deberíamos
hacerle cosquilla a la baja autoestima; Y sin caer en ella,
inflar la estima cariñosamente.
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