Ser de río sin peces, esto he sido. Y revestida voy de espuma y hielo. Ahogado y roto llevo todo el cielo y el árbol se me entrega malherido.
A dos orillas del dolor uncido va mi caudal a un mar de desconsuelo. La garza de su estero es alto vuelo y adiós y breve sol desvanecido.
Para morir sin canto, ciego, avanza mordido de vacío y de añoranza. Ay, pero a veces hondo y sosegado se detiene bajo una sombra pura. Se detiene y recibe la hermosura con un leve temblor maravillado. JGP