Creo mi vida de adentro hacia afuera. Mis creencias guían mis palabras y mis palabras expresan lo que creo. Al pensar y hablar con fe en el bien de Dios, veo que éste se manifiesta.
Las ideas limitadas afectan mi experiencia de vida, mas puede que no esté consciente de ello hasta que preste atención a lo que digo. Observo cómo expreso mis creencias. Si me escucho hablar de escasez, enfermedad o limitación, reconozco los pensamientos subyacentes a mis palabras y elijo una nueva verdad.
Soy una creación divina, digna de todo bien. Reclamo la salud, el amor y la prosperidad. Mis palabras demuestran mi fe en que sólo el bien de Dios se manifiesta en mi vida.
Sean aceptables a tus ojos mis palabras y mis pensamientos, oh Señor.—Salmo 19:14
Puede que guarde resentimiento en contra de alguien que hizo o dijo algo que me hirió. Sin embargo, el juicio y la culpa no me proporcionarán paz ni curación. En mi corazón reconozco la verdad: sólo el perdón aliviará mi sufrimiento.
Al perdonar, quito un gran peso de mis hombros. Ya no culpo a otra persona por mi infelicidad o infortunio. Puede que reconozca, sin condenación, que se han cometido errores, pero dejo ir el resentimiento y permito que mis experiencias sean transformadas por el amor y la compasión. Al perdonar, me libero de la energía negativa y hago espacio para la creatividad, la prosperidad y el gozo. Al perdonar a otros y a mí mismo, siento el poder sanador del Amor.
No condenen, y no serán condenados. Perdonen, y serán perdonados.—Lucas 6:37