Pequeña Estel tú eres
el mejor de mis sueños
convertido en realidad.
Eres el ángel divino
que a mi vida
faltaba por llegar.
Pequeña mía
flor de azahar,
eres tan dulce y tierna
cómo no te voy a adorar.
Ay Estel, yo no puedo
ni quiero evitar,
que mis ojos derramen
lágrimas de felicidad,
al ver tu sonrisa de seda
y tu cara angelical.
Y es que pequeña flor,
dos corazones hay en el mundo
que al mío hacen vibrar
el de tu Madre y el tuyo,
que más puedo yo anhelar.