Cansado estoy de gobernar a solas el timón de este amor que navega a la deriva; de desplegar las velas cada día, a sabiendas que no soplará viento que me ayude a avanzar en este piélago de indolencia. Este amor ha muerto, mas ni tú ni yo hemos recibido la esquela que lo certifique ¿O, quizá, seguimos asidos a una fábula, tiempo ha finiquitada?
Se nos murió el amor. Ese amor que desde la primera luz sentimos. Ese que nunca declaramos a palabras llenas; siempre dejábamos atrás alguna letra por temor a enunciarla en su totalidad y, una vez desnudados, no hallar la salida del laberinto. Y así, coartados, continuamos queriéndonos, velando un sentimiento que nos ganaba con los años, hasta el punto que de cotidiano se convirtió en cenizas.
Ahora ya no sé lo que siento. Quizá tú esperabas más de mí, mientras yo gastaba el presente esperando que fueras tú quien moviera la ficha definitiva. Nosotros, que tantas cosas nos confesamos, que todas nuestras frustraciones, sueños, pasiones, desgranamos, fuimos incapaces de vencer el recelo a quedar comprometidos…
Y ahí nos bamboleamos, en un “puedo y no quiero” que nos ha dejado a las puertas del abismo. A ese desesperanzado distrito donde nuca quisimos caer, el tiempo implacable nos ha arrastrado.
Se nos murió el amor y ni tú ni yo hayamos motivos para resucitarlo.
©Trini Reina