"El pensador" de Auguste Rodin
Los pensamientos vagan, excitando la añoranza por los gastados años o ensanchando aún más la gratitud por lo vivido. Silentes, golpean las sienes, desbordados. Enmarañados unos con otros nos llevan al pasado o atraen al presente y, a menudo, se interrogan, machaconamente, sobre el devenir.
Alguien requiere nuestra atención y nos sentimos liberados del caos de la mente. Entonces los pensamientos se retraen y, como fieras heridas, buscan su cubil, no sin antes, haciéndonos un guiño con ironía, certificarnos su retorno.
©Trini Reina |