Mañana, como cada año, se conmemora algo tan cruel como el
Día Mundial del Cáncer de Mama. Cada vez avanzamos más
contra la lepra del siglo, mata y mata mujeres, pero muchas,
cada vez más, vencen a la enfermedad; las pruebas de
diagnóstico precoz están consiguiendo salvar la vida de
muchas mujeres gracia a la pronta detección y así poder
someter a tratamiento cuanto antes a las pacientes. Pero,
aunque quisiéramos cantar algún tipo de victoria, no podemos,
ya que cada año se diagnostican 15.000 nuevos casos de cáncer
de mama. Año tras año mueren 6.000 mujeres por causa del
cáncer de mama, lo que supone nada menos que 16
fallecimientos al día.
La prueba más importante es la mamografía, porque permite
la detección de pequeños tumores que por su tamaño resulta
imposible detectarlos por palpación. Los gobiernos autonómicos,
el Gobierno central, los gobiernos de todos los países tienen
programas de mamografías temporalmente previstas, pero no
es suficiente. La vertiente genética parece que tiene mucho
que ver en este tipo de cáncer. Ese camino puede ayudar
todavía más a que de madres a hijas no se trasmita esta lacra. (...)
Los últimos estudios han demostrado que el uso prolongado de
anticonceptivos no está relacionado con el cáncer de mama.
El consumo de alcohol o el exceso de peso durante años están
claramente vinculados al riesgo elevado de cáncer de mama.
Mientras, la sociedad puede ayudar mucho, pero mucho,
pues a la detección de la enfermedad, el diagnostico del cáncer
desemboca en una serie de problemas sociolaborales derivados,
y creo urgente la necesidad de que las administraciones avancen en
las soluciones a esta problemática añadida.
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