Era Nochebuena. Todo el día había nevado, pero al final de la tarde, la nieve había dejado de caer y el cielo estaba todo cubierto de estrellas.
Un leñador volvía a su casa, atravesando el bosque oscuro y frío. El hombre venía preocupado y triste porque se le había hecho tarde, la noche lo había sorprendido en el bosque y estaba sumamente cansado. Además, habría querido llevarle a su familia algún presente por ser Nochebuena y nada había encontrado.
Aunque quería llegar pronto a su hogar, pues anhelaba compartir esta noche tan especial con su esposa e hijos, el hombre se detuvo unos instantes a reposar. Cuando de pronto, quedó maravillado. Sus ojos no daban crédito a tanta belleza: frente a él, un pequeño abeto parecía alzarse hacia el cielo y miles de estrellas se posaban en sus ramas, como recubriendo sus verdes brazos con hilos de plata.
Estaba ahí contemplando tanta belleza, cuando una voz le habló. El no sabía de donde venía, pero de pronto descubrió que era el pequeño abeto que le decía: "Tómame y llévame a tu casa". Pero el hombre, no quería estropear el arbolito. Sin embargo, éste insistió: "Soy tu regalo de Navidad. Vamos, llévame a tu casa".
Entonces el leñador cortó el abeto con gran delicadeza pues no quería dañarlo y lo llevó a su hogar, donde lo esperaban su mujer y sus dos pequeños niños. Como por milagro, las estrellitas se había quedado prendidas del árbol y durante toda la noche iluminaron la humilde casa del leñador, transformándola en la más bella noche que jamás hayan vivido.