Con la mayor alegría esperaba el gran momento y mi corazón contento en mi pecho no cabía. Y es que el alma presentía que al llegar la madrugada sin anunciar su llegada, y en sueño profundo estando, Tres Magos sentiría entrando con sigilo a mi morada.
Como alas de mariposas en silencio susurrando, yo, los soñaba llegando con pisadas cautelosas. Una fragancia de rosas el ambiente perfumaba, mientras la noche llenaba de cocuyos su melena y un coquí a la luna llena enamorado cantaba.
Desde lejana nación año tras año en la huella vienen siguiendo a la estrella de su peregrinación. ¡Y hay que ver con qué emoción! los niños del mundo entero -como el de aquel carpintero que descansaba entre pajas- con yerbitas en sus cajas esperan el seis de enero.
Y mientras me deleitaba en los Tres Reyes pensando, su cajita iba llenando con la yerba que cortaba. Verlo así, me entusiasmaba, sabiendo que al otro día tempranito encontraría bajo su cama el presente; que los Tres Magos de Oriente dejaron, mientras dormía.