Los sabios y poetas de todos los tiempos han exaltado siempre la amistad. Para los filósofos griegos, expresa virtud y es un regalo de los dioses.
Aristóteles menciona tres tipos de amistad: por interés, por placer y por el bien; pero, deja claramente explicitado que sólo la que surge del bien merece llamarse amistad. Para Cicerón y Séneca, la amistad implica armonía, buena voluntad y afecto.
Entre los componentes de la amistad encontramos la confianza, la empatía y la fidelidad. La confianza y la sinceridad, facilitan hablar y actuar como realmente se piensa y se es, minimizando los prejuicios sociales que normalmente se tienen.
Otros aspectos relevantes de la amistad son: la comprensión y la empatía; ya que ellos nos permiten aceptar las características personales, valores, ideas, miedos, aciertos, errores, en definitiva, la forma de ser de nuestros amigos y amigas.
La amistad desafía la edad e ignora las distancias, suaviza los tiempos difíciles y comparte los buenos momentos, nos da cercanía y comprensión en este mundo que nos empuja a separarnos los unos de los otros; también nos deja para siempre esos recuerdos de los momentos compartidos y la sensación de saber la gran suerte que hemos tenido de poder decir a alguien todo aquello que guardamos en lo más profundo de nuestros corazones, cosas que sólo se le pueden contar a un AMIGO, A UNA AMIGA.
La amistad se demuestra en la preocupación por el amigo, por su bienestar, por sus problemas y logros. Un amigo es el que está en todo momento, el que te levanta cuando estás caído.
Cicerón decía que: «Sólo en el peligro se conoce al verdadero amigo».
|