EL MITO TIBETANO DE LA CREACIÓN
En el principio era la Vacuidad, un inmenso vacío sin causa y sin fin.
De este gran vacío se levantaron suaves remolinos de aire,
que después de incontables eones se volvieron más densos y pesados,
formando el poderoso cetro doble rayo, el Dorje Gyatram. El Dorje Gyatram creó las nubes, las cuales, a su vez, crearon la lluvia.
Esta cayó durante muchos años, hasta formar el océano primigenio, el Gyatso.
Luego, todo quedó tranquilo, en calma y silencioso,
y el océano quedó límpido como un espejo.
Poco a poco, les vientos volvieron a soplar, agitando suavemente las aguas del océano,
batiéndolas hasta que una ligera espuma apareció en su superficie.
Así como se bate la nata para hacer mantequilla, del mismo modo las aguas
del Gyatso fueron batidas por el movimiento rítmico de los vientos
para transformarlas en tierra. La tierra emergió como una montaña, y alrededor
de sus picos susurraba el viento, incansable,
formando una nube tras otra. De éstas cayó más lluvia,
sólo que esta vez más fuerte y cargada de sal,
dando origen a los grandes océanos del universo. El centro del universo es el Rirap Lhunpo (Sumeru), la gran montaña
de cuatro caras hecha de piedras preciosas y llena de cosas maravillosas
. En el Rirap Lhunpo existen ríos y arroyos, y muchas clases de árboles,
frutos y plantas, pues el Rirap Lhunpo es especial,
es la morada de los dioses y los semidioses. En torno al Rirap Lhunpo hay un gran lago, y rodeando a éste
un círculo de montañas de oro. Más allá del círculo de montañas de oro
hay otro lago, éste también rodeado por montañas de oro, y así sucesivamente
hasta siete lagos y siete círculos de montañas de oro y más allá del último círcculo
de montañas se encuentra el lago Chi Gyatso. En el Chi Gyatso es donde se encuentran los cuatro mundos, cada uno de éstos semejante
a una isla, con su forma particular y sus habitantes distintos. El mundo del Este es el Lu Phak, que tiene forma de media luna.
La gente del Lu Phak viven quinientos años y son pacíficas,
no hay contiendas en el Lu Phak. Sus habitantes tienen cuerpos gigantescos
y caras en forma de media luna. No obstante, no son tan afortunados
como nosotros, pues no tienen ninguna religión para poder seguir. El mundo del Oeste se llama Balang Cho
y su forma es como la del sol. Como en el Lu Phak, la gente es de gran estatura
y viven quinientos años, sólo que sus caras tienen forma de sol
y se dedican a la cría de diversas clases de ganado. La tierra del Norte es de fonna cuadrada y se llama Dra Mi Nyen. La gente de Dra Mi Nyen
tiene caras cuadradas y vive mil años o más. En Dra Mi Nyen la comida
y las riquezas son abundantes. Todo lo que un hombre necesita en sus mil años
de vida lo obtiene sin esfuerzo ni padecimiento; viven con lujo, sin carecer de nada.
Pero durante los siete últimos días de su vida, el dolor y el tormento anímicos
acometen a los seres de Dra Mi Nyen, pues entonces es cuando reciben una señal
de que están a punto de morir. Les visita "una voz te- rrible" que les susurra
cómo morirán y qué monstruosos sufrimientos habrán de soportar en los infiernos
después de la muerte. En sus últimos siete días de vida, todas sus riquezas y posesiones
decaen y ellos experimentan mayor sufrimiento que nosotros en toda una vida. Dra Mi Nyen
se conoce como la "Tierra de la Voz Pavorosa". Nuestro propio mundo, en Ci Sur, se llama Dzambu Ling. Al comienzo, nuestro mundo estuvo
habitado por dioses de Rirap Lhunpo. No había dolor ni enfermedades, y los dioses nunca
necesitaban comida. Vivían en el contento, pasando sus días en profunda meditación.
No había necesidad de luz en Dzambu Ling,
pues los dioses emitían una luz pura de sus propios cuerpos. Un día, uno de los dioses reparó en que en la superficie de la tierra
había una substancia cremosa y, probándola, comprobó que era deliciosa al paladar
y animó a los demás dioses a probarla. Tanto les gustó a todos los dioses la cremosa
substancia, que no querían comer otra cosa, y cuanto más comían,
más se reducían sus poderes.
Ya no fueron capaces de estar sentados en profunda meditación; la luz que antes
había brotado con tal resplandor de sus cuerpos empezó a apagarse
poco a poco y finalmente desapareció por completo.
El mundo quedó sumido en tinieblas y 105 grandes dioses de Rirap Lhunpo
se convirtieron en seres humanos. Entonces, en la oscuridad de la noche,
apareció en los cielos el sol, y cuando el sol se apagó, la luna
y las estrellas iluminaron el cielo y dieron luz al mundo.
El sol, la luna y las estrellas aparecieron a causa de las buenas acciones
pasadas de los dioses, y son para nosotros un recordatorio
permanente de que nuestro mundo fue una vez un lugar hermoso
y tranquilo, libre de codicias, sufrimientos y dolor. Cuando la gente de Dzambu Ling hubo agotado
la provisión de la cremosa substancia,
empezaron a comer los frutos de la planta nyugu.
Cada persona tenía su propia planta, que producía
un fruto corno los de las mieses, y cada día
, cuando el fruto había sido comido, aparecía otro; uno cada día
, lo cual era suficiente para satisfacer
el hambre de los seres de Dzambu Ling. Una mañana, un hombre se despertó
y descubrió que en vez de producir un solo fruto,
su planta había dado dos. Cayendo en la avidez, se comió los dos frutos;
pero, al día siguiente, su planta
estaba vacía. Necesitando satisfacer su hambre,
ese hombre robó la planta
de otro hombre y así fueron haciendo todos,
pues cada persona tuvo que robarle a otra para poder comer.
Con el robo, llegó la codicia, y todos, temiendo quedarse sin comer,
empezaron a cultivar más y más plantas nyugu,
debiendo trabajar cada cual cada vez más
para asegurarse de que tendría bastante que comer. Cosas extrañas empezaron a ocurrir en Dzambu Ling.
Lo que había sido una tranquila morada
de los dioses de Rirap Lhunpo,
estaba ahora lleno de hombres que conocían el robo y la codicia. Un día, un hombre empezó a sentir malestar
por sus genitales y se los cortó, convirtiéndose
así en una mujer. Esta mujer tuvo contacto con hombres
y pronto tuvo hijos, quienes a su vez tuvieron más hijos,
y en poco tiempo Dzambu Ling
se lleno de gente, toda la cual tenía que procurarse comida y un lugar donde vivir.
La gente de Uzambu Ling no vivía en paz. Habían muchas peleas y robos,
y los hombres de nuestro mundo empezaron a experimentar
realmente auténtico sufrimiento, que nacía del estado insatisfactorio
en que se encontraban. La gente se dió cuenta
de que para sobrevivir tenían que organizarse.
Todos se juntaron y decidieron elegir un jefe, a quien
llamaron Mang Kur que significa
"mucha gente lo hizo rey". Mang Kur enseñó al pueblo a vivir
en una relativa armonía, cada cual en una tierra propia
en que construir una casa y cultivar alimentos. Así es como nuestro mundo llegó a ser, como, de dioses,
nos convertimos en seres humanos sujetos
a la enfermedad, la vejez y la muerte. Cuando contemplamos el cielo nocturno,
o recibimos el cálido brillo del sol, deberíamos recordar que, de no ser por las buenas acciones
de los dioses de la preciosa montaña de Rirap Lhumpo, viviríamos en una total oscuridad
y que, de no ser por la codicia de una persona, nuestro mundo no conocería
el sufrimiento que hoy experimenta.
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