Muchas mujeres en las que me encuentro, nos gusta los zapatos, es más los colecionamos, me apasiona un zapato precioso, siempre ves mujeres probándose zapatos,
no doy muchas vueltas porque en realidad me entran antes por los ojos que por los pies.
Cada vez hay más modelos donde elegir, y los miras como algo exquisito, y tu ilusión se puede ir cuando ves lo que cuestan, no solo cuesta llevarlos por esos taconazos imposibles sino por su precio, es cuando realmente realizamos el complejo de Cenicienta, que me lo acabo de inventar, porque no busco un príncipe al que una noche le dejé mi precioso zapatito de cristal, en realidad busco mi zapato de fantasias por cumplir, me siento más bella, más lista, más todo con esos zapatos imposibles para mi bolsillo, y entonces la carroza se convierte en calabaza, porque nos contaban que el príncipe buscaba a la mujer de un sueño con un zapato de cristal, que no le servía a ninguna mujer, nada más que para cenicienta, pero ese zapatito precioso era y es lo que realmente queremos, de esos solo existen un par, los que busco, los que admiro, príncipes....pues hay muchos, ya los veremos y si no pues no pasa nada, pero hay que dejar a los hombres que se crean Príncipes, ellos son los que sueñan con princesas para matarlas después, no matan las madrastas, no, matan esos pobres príncipes que no saben que solo queremos algo frágil hecho con la fuerza de los sueños.
Pero ocurre que no les enseñaron que no queremos eso, ellos se arrogan el Papel principal cuando la película está vacía y no hay papel para ellos. Cuando luchamos por un sueño y lo obtenemos que más dá que quieran ser heróes de Tebeos, lo malo es que no les enseñaron que esos hombres son como ellos como todos nosotros, y nadie es de su propiedad.