Las bendiciones pueden fluir por un canal abierto, mas un canal obstruído las restringe. Cuando me aferro al temor, la ansiedad, la ira o a un resultado específico, restrinjo el fluir divino en mi vida. Para dejar ir y dejar a Dios actuar, primero debo evaluar en qué estoy aferrado en mente y corazón. Una vez que lo reconozco, lo libero suavemente por medio de la oración.
Cuando estoy listo para dejar ir, lo que ya no necesito desaparece fácilmente. Dejo ir la creencia de que algo falta en mi vida y acepto mi bien. Dejo ir pensamientos de límites o restricciones y permito que el poder de Dios expanda mi abundancia, sane mis heridas y manifieste un resultado todavía más perfecto del que podía haber imaginado.