Para los que vivimos en el hemisferio norte, hoy es el solsticio de verano, el día más largo del año. En muchas culturas, es un día de celebración. Me uno para dar gracias por el sol y su resplandor dador de vida que calienta y nutre al planeta.
Honro la creación de Dios disfrutando de su belleza y esplendor. Hoy salgo a celebrar mi vínculo con la naturaleza. Doy una caminata por un jardín o un parque, monto en bicicleta, juego al aire libre o simplemente descanso bajo el sol.
Siento la alegría de Dios en toda la naturaleza. Respiro el aire fresco, me deleito en la calidez del sol y disfruto de la belleza de este día. Me regocijo en la generosidad de la creación.
Por eso, me declaro en favor de la alegría.—Eclesiastés 8:15
La meditación es una manera profunda y poderosa de vincularme con Dios. Gracias a ella, experimento unidad con todo lo que existe y permito que surjan los deseos más profundos de mi corazón.
Inicio la práctica de la meditación eligiendo una hora y un lugar callados. Me siento cómodamente. Cierro los ojos, coloco las palmas de las manos sobre mi regazo y respiro naturalmente.
Quizás contemple una idea espiritual o un versículo bíblico. Si mi atención divaga, la regreso suavemente a la idea o enfoco mi atención en mi respiración. Quieto y callado, me uno a la Fuente de mi ser. Concluyo con una afirmación o una oración, y estoy plenamente preparado para el día ante mí.
Mi boca hablará sabiduría, y el pensamiento de mi corazón inteligencia.—Salmo 49:3
Dejo ir y permito que la luz de Dios resplandezca.
Si me siento agobiado por las responsabilidades, analizo si es que he asumido las obligaciones de otros. ¿Me siento responsable por su éxito y bienestar? Dios es la única Fuente, disponible para satisfacer las necesidades de todo el mundo. Cada uno de nosotros tiene acceso a la sabiduría, fortaleza, creatividad, comprensión y amor divinos. Dios tiene una relación personal con cada uno de nosotros.
Oro por mis seres queridos y los libero al camino de su mayor bien. Me enfoco en mi relación personal con lo Divino. Al reconocer el poder de Dios en las personas a mi alrededor y en mí, dejo ir y veo que Dios resplandece a través de todos nosotros.
Pueblos todos, ¡confíen siempre en Dios! ¡Vacíen delante de él su corazón! ¡Dios es nuestro refugio!—Salmo 62:8