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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 05/01/2015 05:39 |
Según este nuevo año comienza, pienso acerca de mi vida —donde he estado y hacia donde voy. Evalúo mis logros y errores con honestidad. ¿De qué estoy más orgulloso? ¿Qué deseo cambiar y cómo? Comienzo por aceptar mis circunstancias actuales. Cada nuevo año trae posibilidades para escribir una nueva historia.
Soy fiel a mí mismo y enfoco mi atención en lo que es realmente importante. Partiendo de esta conciencia, creo una vida auténtica que refleja quién soy verdaderamente. Soy único y mi vida es única. Soy el creador, director y escritor de mi historia, y la dirijo de manera que brinde mayor gozo a los demás y a mí. Al vivir de manera auténtica, disfruto de bienestar y amor.
Para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad.—Juan 18:37
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De: TATIS-7 |
Enviado: 20/01/2015 15:18 |
El Espíritu guía cada uno de mis pasos.
Puede que a veces no tenga claro mi propósito en la vida. Quizás me sienta confundido, estancado o perdido. Si esto sucede, acudo a mi interior y presto atención al Espíritu. Dejo ir cualquier preocupación acerca del futuro y confío en el silbo apacible y delicado en mi corazón. Pido guía acerca del próximo paso y tomo acción.
Un bebé que apenas está aprendiendo a pararse no sabe que también está fortaleciendo sus habilidades para caminar, correr y bailar. Tal como el niño, puede que yo no sepa que los pasos que estoy dando hoy sientan las bases para mi jornada futura. Tengo fe en que Dios guía mis decisiones y acciones. Al escuchar y seguir mi guía interna, sé que estoy en el camino correcto.
Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.—Salmo 119:105
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De: TATIS-7 |
Enviado: 22/01/2015 15:01 |
En este momento, soy suficiente y tengo lo suficiente para ser feliz.
Puedo sentirme feliz sin importar lo que ocurra en mi vida. Merezco gozo y soy digno de amor. Siento alegría, me siento bien conmigo mismo y estoy conectado con los demás. Suelto lo que haya podido ser, así como también cualquier reproche. Despejo toda barrera que me impida dar y recibir amor. Cuando dejo ir el pasado, elijo la felicidad y la libertad. Siento que el amor de Dios me envuelve.
Aprecio las bendiciones en mi vida y reclamo el bien que todavía está por desarrollarse. Ya sea que ore a solas, comparta con amigos o me prepare para una nueva etapa de mi vida, estoy satisfecho conmigo mismo y con los demás. En este momento, soy suficiente y tengo lo suficiente para ser feliz.
Señor todopoderoso, ¡felices los que en ti confían!—Salmo 84:12
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De: TATIS-7 |
Enviado: 26/01/2015 03:47 |
Al cuidar de mí, siento paz.
Es importante para mí que los demás puedan contar conmigo. Pero, ¿qué tan a menudo tomo tiempo para cuidar de mí mismo? Puede que en el ajetreo diario a la persona a quien descuide sea a mí.
Jesús conocía la importancia de cuidar de sí mismo. Él nos recomendó tomar tiempo para descansar y orar. La oración brinda beneficios a nivel espiritual, físico y mental.
Cuando oro, dejo de hacer y disfruto de estar con Dios. Esos momentos sagrados me renuevan y llenan de poder. Mi cuerpo y mi mente son vehículos de Dios en el mundo. De aquí que hago de mi cuidado personal una prioridad. Me comprometo a descansar y a orar. Cuando cuido de mí, estoy plenamente presente para Dios.
Mi presencia te acompañará y te daré descanso.—Éxodo 33:14
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Reclamo mi herencia de la abundancia ilimitada de Dios.
El bien ilimitado de Dios está a la mano, aquí y ahora. Según este maravilloso nuevo año comienza, estoy listo para reclamar mi herencia abundante e infinita de Dios. Tengo presente que antes de poder recibir, he de hacer espacio en mi conciencia. De manera que dejo ir creencias antiguas de escasez o limitación, me perdono y libero a los demás de errores pasados.
Cuando me deshago de aquello que ya no necesito, creo un espacio para darles la bienvenida a formas nuevas y mayores de bien. Al dejar ir posesiones, ideas, trabajos o relaciones personales que ya cumplieron su propósito, doy la bienvenida a un año nuevo vibrante y próspero.
Al final, la gloria de esta casa será mayor que al principio, y haré que en este lugar haya paz. Lo digo yo, el Señor.—Hageo 2:9
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Escucho atentamente y hablo con bondad.
Hoy me comunico compasivamente. Presto atención cuando otros me hablan y me expreso con honestidad y bondad. Cuando alguien comparte conmigo una necesidad, estoy atento a sus palabras y me aseguro de entender. Antes de hablar, pienso: ¿Son mis palabras verdaderas, amables y necesarias? Luego, comunico amablemente lo que sé que es verdad.
Al compartir mis puntos de vista acerca de un tema, respeto la opinión de los demás. En vez de desear tener la razón, mi intención es compartir información y profundizar mis relaciones personales. Al hablar partiendo de mi corazón, disfruto de relaciones personales saludables y edificantes.
No digan malas palabras, sino sólo palabras buenas que edifiquen la comunidad y traigan beneficios a quienes las escuchen.—Efesios 4:29
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