A medida que los niños regresan a la escuela, reflexiono acerca de lo mucho que continúo aprendiendo. Busco aprender de mis acciones, reacciones y sentimientos. Voy a mi interior en días difíciles, prestando atención a mi sabiduría interna. Doy gracias por todo lo que aprendo —desde encontrar un atajo que me ahorra tiempo hasta discernir cuándo he de hacer mi próximo cambio.
Todo lo que encuentro en la vida me brinda la oportunidad de cultivarme. Veo con ojos de curiosidad todo a mi alrededor, y me pregunto qué puedo aprender de cada interacción y situación. Acojo cada experiencia con gratitud. Reemplazo cualquier juicio con aceptación. Lo que he aprendido a lo largo de mi vida hace que me sienta satisfecho y en paz.
Los sabios son precavidos y evitan el peligro.—Proverbios 14:16
En algunos lugares del mundo, cuando los días fríos se acercan, los animales se preparan para invernar y los árboles sueltan sus hojas. Instintivamente se mueven de una estación a otra. Los seres humanos tendemos a resistir el cambio, aunque sabemos que es una parte esencial de nuestro crecimiento.
Si encuentro que lucho con los cambios, recuerdo que estoy capacitado y preparado para manejar con éxito cada estación de mi vida. Visualizo que tal como los árboles sueltan sus hojas, yo suelto toda creencia y modo de ser que no sea para mi mayor bien. Sigo el ejemplo de los animales que invernan y brindo a mi mente y cuerpo momentos de quietud y reflexión. Mi vida sigue un patrón divino, y emerjo más fuerte, sabio y afable de cada estación.
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.—Eclesiastés 3:1
A veces puede que me sienta incierto o ansioso acerca de la dirección de mi vida. ¿Hago lo correcto? ¿Interpreto correctamente la guía del Espíritu? Cuando eso sucede, hago lo que me proporciona paz: descanso en el Silencio y siento la plenitud del momento. ¡Cuán aliviado y en paz me siento ahora! He experimentado “la paz que sobrepasa todo entendimiento” de la cual Pablo habló.
En mis momentos de silencio me alineo con la Verdad. Me vuelvo consciente de que aquí donde estoy es donde debo estar. Mi camino es válido y mi misión noble. Sé claramente los cambios que he de hacer y el momento apropiado para hacer cada uno de ellos. Tengo fe en la guía moradora y siempre presente del Espíritu. Estoy en paz en el momento presente.
Vayan en paz. El Señor ve con buenos ojos el propósito de su viaje.—Jueces 18:6