Siento gratitud por el regalo de salud perfecta que Dios me ha dado. Si me siento descorazonado o impaciente mientras me recupero de una enfermedad, me dirijo a mi interior para orar. Allí encuentro que el Espíritu mantiene la alta vigilia por mí.
Comienzo mi momento de oración respirando profundamente. Con cada aliento siento que me conecto con todo mi cuerpo. Visualizo que cada inhalación brinda oxígeno y salud a cada célula, y que cada exhalación me ayuda a dejar ir todo lo que no refleja salud.
Percibo cómo este aliento sanador se mueve por todo mi cuerpo. Invoco mi patrón divino de salud. Si cualquier sentimiento de enfermedad surge, regreso a mi respiración. Inhalo bienestar y dejo ir preocupación.
Mi Señor y Dios, te pedí ayuda, y tú me sanaste. —Salmo 30:2
Soy un espíritu independiente con poder ilimitado.
Puede que haya nacido en circunstancias difíciles o encontrado dificultades a lo largo del camino. Mas el Espíritu divino me da los recursos internos necesarios para sobreponerme a cualquier desafío que pueda enfrentar. Soy libre para pensar positivamente, actuar con valor y remontarme como un águila.
Valoro la habilidad de tomar decisiones acerca de aquello que me afecta. Utilizo mis dones espirituales para pensar y actuar de maneras que benefician a todos. Tengo el poder de hacer y ser lo que elija.
Creo la vida de mis sueños. Alineado con el Espíritu, no siento temor y tengo seguridad en mí mismo. Disfruto de confianza y fortaleza. Soy un espíritu independiente ¡y soy libre!
Yo te guiaré continuamente, te daré comida abundante en el desierto, daré fuerza a tu cuerpo y serás como un jardín bien regado.—Isaías 58:11
Mantener mis citas divinas aviva mi amor y sabiduría.
Me comprometo a desarrollar una comprensión mayor de mis dones espirituales y de mi potencial divino. Por tal motivo, la oración y la meditación son las actividades más importantes en mi calendario. Estas citas divinas me apartan del ajetreo de la vida cotidiana y me llevan a un estado sereno y lleno de paz. En mi tiempo en el Silencio, tomo mayor conciencia de quien soy y del amor en mí y a mi alrededor.
Crear el hábito diario de orar y meditar, abre la puerta para que la sabiduría y el amor se expresen por medio de mí. El amor divino es mi inspiración y mi sendero espiritual es de suma importancia en mi vida. Dios y yo somos uno. En esta Unidad, soy valeroso, fuerte y me siento satisfecho.
Manténganse constantes en la oración, siempre alerta y dando gracias a Dios.—Colosenses 4:2
Para experimentar paz y prosperidad más plenamente, mantengo el hábito de dejar ir aquellas pertenencias que ya no necesito o deseo. Al soltarlas, hago espacio para el nuevo bien que deseo disfrutar. Liberar hace que mi mundo sea más espacioso. Abre el camino para la libre circulación de la provisión infinita de Dios.
Dejar ir no tiene que ser doloroso. Soy libre para conservar aquellas cosas que son útiles, artísticas o de valor sentimental, y soltar aquello que ya ha cumplido su propósito. Donar, reciclar o vender posesiones que ya no necesito crea espacio en mi hogar.
Antes de comenzar, oro por guía divina. Luego, gozosamente pongo en acción el poder limpiador de dejar ir.
Porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.—Lucas 12:15