Cuando mantengo un pensamiento sanador por otro, imagino que la luz de Dios resplandece para bendecir a la persona por quien oro. Soy elevado al plano de la Unidad, donde Dios, la persona por quien oro y yo somos uno. Celebro y recibo con emoción a esta energía unificadora, ampliando y honrando su gran poder.
Ahora tomo un momento para dar gracias por mi papel en este tiempo de oración sanadora. Como el Espíritu es ilimitado, los beneficios potenciales de la oración también lo son.
La oración es una manera de unirme con mis seres queridos en cualquier momento —no importa lo lejos que podamos estar. Mis oraciones son mensajes de amor, vida y curación que los bendicen dondequiera que estén.
Todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día.—1 Tesalonicenses 5:5