RECUERDOS DE UN ALMA CONDENADA
Recuerdo aquella noche, ha pasado tiempo; recuerdo su delicado cuerpo tendido en el suelo;
recuerdo su piel blanca, mas blanca que lo normal, aun mas blanca que esta hoja de papel;
recuerdo su largo cabello negro, brillante, en parte debido a los débiles rayos de luz de luna
que entraban por la ventana, pero mas que nada brillante por la sangre que lo humedecía;
recuerdo su hermoso rostro encerrado en una expresión, casi imperceptible, de terror; recuerdo
sus ojos azules, inertes, descubiertos, observando fijamente la figura de aquel que los había
marchitado, aquel que les había arrancado su luz, luz que había convertido la mirada de su dueña
en la mirada mas bella y encantadora, mirada que me cautivo y enamoro, pero que en ese momento
se había convertido en una mirada fría y opaca, una mirada que me condenaba, provocando
en cada centímetro de mi ser una terrible sensación de escalofrió, sensación hasta aquel
momento desconocida por mi.
También recuerdo haber sentido su ultimo aliento cerca de mi cuello, su ultimo latido en mi
pecho, su cuerpo cayendo en una horrible relajación, su miedo transformarse en una inusual calma,
calma provocada por el desprendimiento de su alma mortal, calma que indicaba que su vida estaba
por concluir en ese momento; aunque también recuerdo parte de su esencia impregnada en lo mas
profundo de mi ser, quedándose dentro de mi.
Ahora me pregunto: ¿Que esperanza podría existir para alguien que no se le otorgo el don de amar?
¿Que consuelo podría ofrecerse a aquel que lo ha perdido todo? Aquel que ha perdido lo único
que amaba, aquel que ha perdido una salvación para su alma; la respuesta es sencilla: No existe
esperanza alguna para un ser creado por el deseo de Dios, para un ser cuyo único propósito es servir,
para un ser castrado de todo sentimiento humano; no podría existir esperanza para un ángel,
un ángel que conoció al ser mas sublime de toda la creación, un ángel que se enamoro perdidamente
de el, de su forma de ser, de sentir, de expresar y de vivir; no, definitivamente no se puede ofrecer
consuelo a un ángel enamorado que no sabia amar.
Decidí cortar mis alas por ella, decidí negar el destino que el creador tenía planeado para mí, decidí
darle la espalda al todopoderoso solo para estar con ella, ¡Ah! Si tan solo hubiera sabido lo que nos
esperaba, habría abandonado mi empeño de estar junto a ella, habría preferido pasar mil eternidades
sin su amor en lugar de hacerle daño; y es que un ángel sabe muy poco de sentimientos, y cuando es
convertido en humano, no encuentra la manera de expresarlos, no encuentra la manera de dar un
beso, ¡Le es imposible! ahora lo se.
La noche que me convertí en humano fui a su casa y desde la ventana de su habitación la observe,
se encontraba acostada sobre su cama durmiendo, tal vez soñando con nuestro amor, imaginando
que éramos libres para poder amarnos. Por primera vez la vi con ojos mortales y me enamore
aun mas de ella, la observe por un largo momento, embelesado, también imaginando y soñando
despierto; tal vez sintió mi mirada, pues abrió súbitamente sus ojos, se levanto buscando a su
alrededor aquella presencia que había perturbado su sueño y me reconoció, apresurada y
sorprendida, fue a abrir los cerrojos de aquella enorme ventana para dejarme pasar y así lo hice,
una vez dentro le platique lo sucedido, su rostro se ilumino como nunca, dio un salto de alegría
y me regalo un abrazo seguido de un beso en los labios, yo intente corresponder a sus caricias
y no se como paso, pero el beso se mancho de sangre, ¡Oh! Su dulce sangre, cuando la probé no
pude detenerme, el deseo de beber mas fue lo único que me regia en ese momento, mas sangre, ¡Mas!
¡mas! ¡mas! Mordí su cuello y bebí, arrebatándole la vida, apenas si escuche sus gritos ahogados, lo
que si escuche claramente fue una pregunta en un susurro proveniente de su voz agonizante: ¿Por
que? Cuando escuche aquellas palabras me di cuenta de lo que estaba haciendo, la aleje de mi
y su cuerpo sin vida cayo al piso, mire atónito mi crimen y lo único que hice fue caer arrodillado
y llorar durante toda la noche, ¡Ah! esa noche aprendí mucho de los sentimientos humanos.
Cuando los primeros rayos de sol entraban a la habitación, note que la luz me lastimaba como si
quemara mi piel, así que me oculte en las sombras hasta que de nuevo anocheciera, observando todo
ese día el cuerpo sin vida de la única mujer que había amado y que yo mismo asesine. Al parecer
su ausencia no fue notoria ya que nadie fue a buscarla hasta ya caída la noche, cuando escuche pasos
que se aproximaban a la habitación salí por la ventana, huí y me refugie en este apartado y
abandonado lugar. Fue así como la noche se convirtió en parte de la condena, condena por mi
desobediencia y por mi crimen; la sed de sangre aumento y beber ese precioso líquido se
convirtió en la única manera que tengo para sobrevivir. Han pasado ya mas de cien años desde
aquella noche, a veces me gustaría verme en un espejo solo para saber que tan viejo estoy, pero no
puedo. ¿Cuanto durará la condena? Creo que la eternidad tiene la respuesta.
Mientras tanto esperare y recordare.