Siempre estoy en evolución. Cada día disfruto de nuevos paisajes y nueva información. Aunque es importante que esté receptivo al mundo a mi alrededor, también es esencial que me detenga y pondere acerca de lo que he aprendido y experimentado.
Al orar, considero quién soy como creación de Dios y quién deseo ser como persona. Durante mis momentos devotos, mi corazón se abre a la inspiración divina.
Veo lo fuerte que me he vuelto gracias a los altibajos, los gozos y los desafíos de la vida. Estas experiencias me han hecho más capaz y flexible. Salgo de mi tiempo de reflexión con un nuevo aprecio por quien soy espiritualmente y por cómo soy capaz de cooperar con el mundo.
Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo por dondequiera que vayas.—Josué 1:9
Me siento cómodo en cualquier situación nueva o difícil.
La vida perpetuamente me llama a expresiones mayores de mi potencial crístico. Aunque los ratos de descanso son esenciales en el viaje de la vida, a veces, puede que permanezca demasiado tiempo en la seguridad de lo conocido. ¿Me siento “atascado”? ¿Estoy cultivando todo mi potencial?
El Espíritu me llama a buscar oportunidades para crecimiento espiritual. Puede que elija comenzar un pasatiempo, pertenecer a alguna comunidad o cualquier otro cometido que me invite a expresar más plenamente mis dones divinos. Darles la cara a los retos fomenta mi resiliencia y flexibilidad. Al estar dispuesto a salir de mi zona de comodidad, expando mis horizontes, fortaleciendo mi confianza para lidiar con situaciones nuevas e inesperadas.
Yo les muestro un camino aún más excelente.—1 Corintios 12:31